Nunca fue importante decir demasiadas palabras, pero siempre lo hice.
Nunca di la oportunidad de hacer que alguien me conozca, ahora quiero experimentar un nuevo comienzo basándome en ello.
Quiero un lugar donde no tendré miedo de exponer mis temores, mis errores, mis imperfecciones.
Será como contar una historia de vida a gente que no le importa una vida sin mucho que contar en realidad.
Será como decir cuanto me importa, y a la vez contradecirme cuando no hago nada al respecto.



viernes, 5 de julio de 2013

Momentos Inolvidables

Hay cosas en la vida que son de las que te marcan y sabes que tuvieron un efecto sobre todo lo que sos. De esas cosas que te abren los ojos y te hacen ver el mundo desde otra perspectiva. Momentos que pueden parecer algo completamente insignificante pero que te llenan y te hacen mejor persona. Esos son los que debes conservar siempre, y aprovecharlos al máximo. No pasan muy seguido, pero cuando pasan te alegran un poco más la existencia.

Hace unos días fui a pasearme con mi persona favorita en el mundo. Hablamos y reímos, tomamos un café y aún cuando ya lo terminamos seguimos sentados ahí, discutiendo de cosas políticas que pasan alrededor del mundo, en las cuales estábamos en completo desacuerdo por las cuales debatíamos. ¿Se imaginan ustedes tener la habilidad de poder estar hablando de cualquier cosa pero igual darle sentido a todo lo que se está diciendo? Bueno, de repente siento que él tiene esa capacidad. A veces creo que algunas de sus opiniones se contradicen completamente, pero él sabe dar la vuelta eso, me hace analizar el tema de nuevo y reagrupar ideas luego de escucharle. Incluso abre mi mente a ideas que no creí alguna vez considerar. Contar con alguien que te de algo como éso, creo yo que es algo por qué agradecer.

Pero lo que me movió el suelo no fue eso. Fue más bien lo que vino después.
 -"No puedo".
-"No me digas más eso, no es así, es solo que no querés lo suficiente como para hacer algo al respecto".
 -"No depende solo de mi..."
 -"Claro que depende solo de vos, vos sos la dueña de tu vida, y si queres hacer algo, no tenes que estar dependiendo de nadie".
 -"Pero no estoy segura de lo que quiero".
 -"¿Vos crees que yo sí? No, pero hago igual las cosas".
 -"Yo no funciono así".
 -"Pero yo quiero que seas feliz, y así no sos feliz. Prometéme que vas a hacer algo, no me gusta verte triste, no me gusta que pienses que le debes algo a alguien, no le debes nada a nadie, hacé lo que te gusta, viví porque si seguís pensando que cuando cumplas 18 vas a hacer todo lo que querés nunca vas a hacer nada, la vida es ahora, no sabes lo que puede pasar mañana. Reaccioná. Date cuenta".

Sus ojos me decían que en serio le importaba, su voz me imploraba que hiciera algo conmigo misma, que ya no dejara que la vida pase frente a mí sin hacer nada al respecto. Tenía que moverme, tenía que decidir cambiar. Creo que lo hice, me convenció. Ya de hecho estaba tratando de dejar de lado muchos vicios, pero son demasiados. He aquí otro que dejaré. Ser exageradamente sumisa y empezar a enfrentar las cosas y pedir lo que quiero. Buscar mi satisfacción aunque esto signifique sacrificar mis responsabilidades. Hacer cosas que me hagan feliz, no solo que me van a ayudar en el currículum. Eso.

Este cambio se lo debo a él, como muchos otros más. Y ese momento en un café, con los ojos a punto de estallar en lágrimas y el corazón latiendo a mil por hora, es un momento que quedó grabado como el día que decidí darle la vuelta a mi forma de ser, porque una persona que quiere mi felicidad me lo pidió de la única forma que haría que quisiera cambiar: sinceramente, sin ningún interés egoísta de por medio, tiernamente, demostrándome que realmente le importa.